22/12/06

EL COLOR DEL CRISTAL.


Decía días atrás Matilde Asensi, y lo decía en la Universidad de Alicante para que no se dude de su voluntad científica, que no es verdad que en España no se lea; que esa es una de las más crueles falacias que se han inventado en la historia moderna. Y es posible que tenga toda la razón si nos referimos a los datos totales, a los números absolutos, y más si tenemos en cuenta el dato nada desdeñable de los ejemplares que lleva vendidos de sus novelas. Pero aun siendo esta una verdad verdadera e indubitable -eso al menos aseguraba la novelista con la voz más segura y la más firme convicción-, mucho me temo que esconde también una porción no desdeñable de mentira, Y es que, también en esto, todo depende del color del cristal con que miramos la estadística.
Nada es verdad del todo, ni mentira absoluta. Todo tiene sus perfiles, sus sesgos, sus matices. A veces son necesarios muchos años para atemperar la creencia de que las cosas son "como son"; para empezar a dudar, discretamente primero, de manera mas evidente luego, con absoluta convicción al final del proceso, de aquello que nos parece gritar la objetiva visión de la realidad ¿Pero es que me van a engañar mis ojos? Pues si, hasta los ojos pueden engañar, o, al menos, desdibujar los perfiles, matizar los tonos, ensombrecer las aristas, difuminar los ángulos.
Lo más que finalmente uno está dispuesto a aceptar es que las cosas son para cada uno como cada quien puede o quiere verlas. Donde uno ve falta de tarjeta roja directa, otro ve un somero lance del juego; donde uno una fea mancha, otro un hermoso lunar; lo que hoy es una ligera cojera, mañana evidente minusvalía.Y es que tenía razón el poeta cuando afirmaba que nada es verdad ni mentira, todo es según el color del cristal con que se mira.
A uno le ha costado sus lustros y su mucho esfuerzo aprender que entre el blanco y el negro hay millares, tal vez millones de colores, hermosos y significativos y posibles, grises intermedios que encierran en sí mismos toda la grandeza de lo distinto dentro de lo dependiente y originario.
Que cada cual aguante su vela y la lleve con la dignidad que su sentido de la marcha le dicte y le permita, pero prender vendernos que las cosas son blancas o negras, sin matices, es como asegurar que los todos los políticos llevan el signo de la corrupción en el envés de su credencial o que todos los albañiles usan zapatillas blancas o que nunca llueve a gusto de todos ¿O no era así? El refranero nunca se sabe lo que nos puede deparar.
Íbamos a hablar de lo que se lee por estos pagos, pero eso será en otra entrada.