Es una mañana propicia para la melancolía, pero el capricho de la memoria no me trae a la mente el aula machacona de Machado sino la dulce melancolía de la Penélope que canta Serrat (es de Luis Alberto Aute el texto?) esperando, con su bolso de piel marrón, y sus zapatos de tacón y su vestido de domingo.
Huele a fin de semana largo y a ozono de puro abril enloqucido,
este húmedo abril que nos depara grises azulados
en el hondo tapiz de los ensueños.
Y los dedos se niegan al tecleo concorde del teclado.
No puedo evitar, tal vez no quiero,
que vuelen los recuerdos y se engolfen
en esta mañana gris de lluvia persistente.
Y al volar emerges y apareces
y me pongo a escribirte como tonto
para decirte solo que me acuerdo.
y desearte equilibrio
y sosiego
y dicha
y paz
y amores que pinten en abstracto lunas lllenas
y días que dibujen sonrisas en las nubes
y cómplices pisadas
y miradas azules de almenas de princesas
y dragones y príncípes durmientes
y besos
y huidas a las doce
en las alas sutiles de las hadas aladas de Darío...
Y es que, Diana, está linda la mar
y el viento canta
sonatinas azules
de soñada ilusión.