27/8/07

La pequeña Venecia



CASTELLÓ D´EMPÚRIES





Alt Empordà








La vida sigue su ritmo pausado
en los canales salobres
de Empuriabrava;
y en la sombra medieval de Castelló d'Empúries
y en la curva bahía de Roses
que brava desmiente la costa
y dulcifica
su juego de rocas
y acantilados
en una suave invitación de arena...
Todo trasciende el ahora
y empuja dulcemente
a breves estadías
de felicidad.
La verdad, sí, se duerme y sin sentirlo
la vida toma formas renovadas:
el suave balanceo del agua en los canales
adormece el latido de mis sienes
y lo transforma
hasta hacerlo poderoso,
acompasado, firme.
Mi corazón palpita a cuarenta
y seis latidos por minuto
como las aspas del molino
que me habita, azul de oxígeno
y amarillo de sazón,
de trigo y girasoles.
Déjame sentir en esta tarde violeta de lunas improbables
la dulce sensación de saberme querido por el viento
en esta nueva Venecia que me canta
y embruja y enajena,
hasta hacerme pura entrega y abandono
místico en el seno de calma de quien ama.

Bogando por la ría del canal de los ojos
que me miran en la tarde calma de tu orilla
naufrago dulcemente.









11/8/07




Desde
BURGOS.







Ahora
Siempre.











Entrar en Burgos es como correr una rica cortina de tiempo e historia.





Memoria
Recuerdos
Pasado




La vieja puerta nos invita;
un paseo sin tiempo
por los años perdidos del perdido medioevo...
dejemos que el tiempo juegue
por la glera insolente de la historia
y que el meandro del tiempo
nos empuje y nos lleve hecho huella de manos,
y caricia de sombras que invitan al sueño
en la orilla fecunda del viejo Arlanzón.




¿Qué cantar se escucha
si atiendo el perenne murmullo
de tu aguas recobradas?






Cantar de vida:
las nuevas ánades invitan
al vértigo azul del caudal que te abraza
y se insinúa .
Vivir, sí, vivir en las orillas pintadas
de suaves matices, de luces y sombras,
de verdes violaceos,
de tardes tranquilas,
de cálidos ocres que embisten de juncos
la pálida curva, que tienta sonrisas de agua bordando la orilla
y guiños solares de plata.


Meandros ruidosos,
pontones de piedra
que cantan a voces los baños de antaño
y dejan en suave nostalgia
la imagen disuelta
del torso desnudo
de un niño que tiembla de frio y que sueña,
tal vez, aventuras de espuma y arena.


















¿Desde cuándo resuenan tranquilas
las aguas de hielo que cantan sus ecos debajo tus arcos romanos?
Los pies peregrinos,
que huellan los cantos rodados,
que buscan la suave caricia
del frío, que alivia sus álgidos pasos
del largo camino, que lleva a la estrella del gran peregrino...
me empujan al sueño.



Y sueño en la sombra del sauce
de lágrimas largas,
sopladas de vidrio y de viento
discreto, constante, que apunta a la tierra
y se duele cayendo en silencio,
testigo del tiempo
que arrastra la orilla
en ondas iguales,
en ondas perdidas,
que nunca regresan.