15/3/07

He soñado alguna vez, a lo loco, desde luego. Soñar no cuesta demasiado cuando has cerrado definitivamente los ojos a la luz de cada día.
Tuve una sombra de luz que me inclinaba irremediable a la duplicidad eterna; pero los hijos se van cuando la edad les llena. O cuando el origen se les revela vergonzante, olimpico, irrepetible cronos sin fauces ni mañanas.
Decir adios es como cerrar los ojos al volante y sucumbir al aire que nos llena y empuja el difragma hacia la nada. ¿lo dije yo al sucumbir tan ciego a la llamada de miel de su nacer de ocres y promesas? ¿O fueron ellos en su sola negritud de ausencias de la sangre y de huesos y de abrazos?
No importa ya que se olvide la forma en que se escribe amar, llorar, soñar, estar, faltar, soñar de nuevo y echar..., echar de menos como se añora el aire en el negro ataúd innombrable de la ausencia.
No importa llorar, nadie escucha tu silencio roto. Solo en silencio la soledad te calla para siempre.
Llorar, querer, sentir , solo verbos sin tiempo ni persona. llorar, el sustantivo que queda tras la ausencia. Llorar ¡quién lo diría!

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