25/3/07

Los días se terminan sin que pueda contarlos. La noche es la eternidad perdida de los sueños; sólo se llora solo cuando quedan lágrimas, pero estas olas ya no alimentan mis ojos.
El silencio de la madrugada es oneroso como la más pesada de las contiendas: la que dura siempre porque el posible enemigo no da la cara y se amaga y se esconde y se parece como una visión cuando menos se espera su turbia amanecida. ¿Cómo luchar contra una sombra que aparece solo cuando quiere y como quiere? Hasta en la noche es de temer su aparición imprevista o cruel, cuando el calendario vuela en estancias redondas de recuerdos y ausencias.
Escucho el mar.
Los días se terminan sin que pueda contarlos, como ya no se contar los siglos que se fueron. Todo es distinto desde que no llueven sus gritos grises ni se escuchan mis lamentos, porque la sequía ha borrado la lágrimas en mis ojos resecos y cansados.
Y mañana es peor, sin sueños que llevarme a la boca. Con ellos se llevaron el aire y el espacio y no tengo ni un mal sueño que llevarme a los labios silenciosos.
¿Sueños?
Sueños
Mañana por la mañana saldrá de nuevo el sol, o eso espero pero eso no es un sueño.

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